Estoy esperando que vengas, raudo y veloz, a mis pies.
Te espero sobre unas botas de tacón infinito,
cubren mis rodillas,
son cálidas.
Entras por la puerta, te fijas en mi vestido corto, y en las botas…
-Ponte cómodo-te sugiero.
Y lo haces. Te has quedado fijo en el sonido de los tacones, puedo notarlo.
Comienzo a caminar lentamente muy cerca de ti, noto tu aliento en mi cuello.
-Ponte de rodillas y acaríciame las bota-te indico.
Lo haces. Te intimida. Te excita.
Lo sé.
Acaricias el empeine, te deleitas en el tacto de la piel de la bota. En el tacón, en la suela. La miras, la hueles.
-Bésala suavemente-te digo.
Lo haces con tus labios, apenas un ligero roce. Tu lengua sin embargo es más agresiva y quiere extenderse por cada poro de la piel. Inspiras , te deleitas en el olor.
Suspiras.
-Saca más tu lengua. Te ordeno. Quiero ver como el tacón invade tu boca.
Te excita. Y me excita…
Acaricio tu pelo mientras un remolino de sensaciones invaden la habitación.
Lentamente. Profundamente . Tus manos alrededor de mis pies, de mis piernas, queriendo subir, queriendo abarcar todo mi cuerpo.
-Puedes acariciar mis nalgas- Te sugiero.
Lo haces encantado con una ligera sonrisa de satisfacción.
-Gracias-me dices.
Tus manos bajo el vestido negro, aprietan mis nalgas como temiendo que vayan a escaparse. Sobre el tango negro tus dedos se mueven inquietos, intentan situarse bajo la tela.
-Aun no- te indico.
Acaricia sobre el tejido solamente.
Caricias sinuosas, dedos buscando profundidades, manos firmes e inquietas.
-Vuelve a mis pies- te pido.
Y así sumergido en el placer del sonido de las botas al caminar dejamos que se derritan los minutos, entre gemidos , escalofríos y caricias deseosas de sentir y seguir explorando. ..
«El erotismo sobrevive a todo…»
L.S.
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