Guardo una botella de vino tinto para ti, en algún lugar de mi…memoria.
Incluso en la nevera también.
-Te espero sin ropa y con las sandalias de tacón, este calor no da para más tejidos- Te escribo.
Llegas.
Por fin.
Entras.
Me encuentras sobre la mesa del tocador, así, vestida con mi piel y los tacones negros, sentada , con el espejo tras de mí dejando ver mi espalda y algo más.
Te sitúas frente a mi.
Sonríes.
Buscas la botella, la dejas en la mesa.
-Saca la lengua-me dices. Y me llenas la boca de un delicioso pastel de nata.
Me relamo.
-Besame-te pido.
Y tu lengua se pierde en la profundidad de estas ganas crecientes de ti.
Separas mis piernas.
Vuelves a observarme con esa sonrisa tan particular.
-Me muero de sed- susurro.
Coges la botella fría y la acercas a mi boca. Cuando creo que me vas a dejar saborear el delicioso ribera comienzo a sentir su frescor bajando por mi cuello, mis pechos, mi vientre. Lentamente lo derramas por mi piel con esa mirada que anuncia notas de placer licuante.
Mi dedo busca algún susurro nuevo en tu boca mientras beso tus intenciones, tus palabras en la madrugada y a ti en estado puro.
Sigues vestido, sujetando mis piernas enredadas en tu cadera.
Acaricias mi pelo sin apartar esa lengua que es ya, necesidad .
-Follame-te pido.
Y mi deseo es tu prioridad.
Te adentras.
Con urgencia.
Con desesperación.
Con hambre atrasada.
Me lleno de tus vaivenes mientras sigues derramando el vino sobre mi cuerpo.
Arqueo la espalda , mi cabeza cae hacia atrás, te inclinas sobre mi cuello.
Te siento más dentro aún.
El vino. Tu piel. Tus manos en mis muslos…
Me susurras algo justo cuando la habitación comienza a girar.
En el mismo instante en que el sol tras la ventana comienza a derretirse mientras nos observa,
y me roza
como queriendo atraparme
o devorarme
y ser el protagonista.
El sol.
Tu piel. Tu ritmo.…
L.S.
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