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Si quieres sentir, comienza por los pies…

He vuelto a pasar por la zapatería tentadora de la esquina, aunque  esta vez ha sido diferente. La lluvia mojaba mi rostro pero pude acertar a ver a un dependiente más perturbador que nunca. De pie, junto a la puerta y con un cigarro en la boca, le he mirado, me ha mirado y con una sonrisa de medio lado sin apartar el cigarrillo me ha sonreído. Le he devuelto la complicidad pasada por gotas de lluvia. Se me ha antojado más atractivo que nunca, no sé si por su chaqueta de piel negra o por esa sonrisa que ha mantenido oculta tanto tiempo.

Después de hacer una gestión he decidido entrar en la zapatería. Me he dejado llevar por el olor de los zapatos, casi me pierdo entre unos  tacones de salón grises y  unas  sandalias de un rosa metalizado delirante . Olvidando que había entrado a la tienda para volver a ver al dependiente misterioso, los zapatos cobraron todo el protagonismo.

Concentrada en el tacto de la sandalia, en su olor, en un sutil brillo que casi hablaba por sí solo apareció él. Con voz tímida y muy pegado a mí me preguntó  si quería probarme alguno.

Claro_ le contesté.

Ya vuelvo_ me dijo timidamente.

Así, sin preguntarme el modelo o mi talla.

Le esperé sentada frente a un espejo algo barroco , mientras miraba el reflejo de mi imagen en él.

Hice bien en ponerme el vestido corto verde en esta tarde lluviosa_ pensé.

Mis piernas cruzadas me saludaban desde el cristal, mientras  las botas negras de tacón recién estrenadas hoy, esperaban impacientes a que ocurriera algo.

Y llegó él, sorprendiéndome, como de la nada le vi postrado frente a mí, de rodillas, con ambos  zapatos en la mano.Las sandalias rosas y los grises de salón, los miré, le miré. Tenia la mirada baja, la respiración agitada y un olor que gritaba «ven y cómeme».

Me voy a probar las sandalias primero_ le dije.

Y él se ofreció con delicadeza y decisión a quitarme las botas de piel. Se deleitó en la cremallera, se prolongó en la extracción de la bota y después con mi pie desnudo entre sus manos ,le insinué con un breve  gesto  que inmortalizase el momento.

De rodillas, con mi pie acercándolo a sus labios  y a su rostro contemplé su imagen reflejada en el espejo .

La zapatería estaba llena y creo que a ambos nos dio igual.

Abre la boca_ le susurré, sin dejar de observarle.

Lo hizo y como adelantándose a mis deseos, comenzó a humedecer mis dedos, lentamente, uno a uno, mientras me miraba. Mientras su lengua se enredaba con cadencia entre mis uñas rojas. Pude sentir  su  humedad, su respiración.  Su aliento en la planta del pie se me antojó de lo más excitante.

Volvió al otro pie e hizo exactamente lo mismo, con la misma calma y sensualidad . Excitándome más aún.

Excitándose más aún.

 

No sé cuanto tiempo pasó, minutos, horas tal vez…

Sé que salí de la zapatería con ganas de más, con mi compra recién estrenada y con su numero de móvil  escrito en el empeine de mi pie derecho.

 

«Vamos a darnos indiscriminadamente a todo lo que sugieren nuestras pasiones y siempre seremos felices. La conciencia no es la voz de la naturaleza, sino solo la voz de los prejuicios»

(Marqués de Sade)

 

 

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5 respuestas a “Si quieres sentir, comienza por los pies…”

  1. Bueno estimada y anhelada Lara…
    Seguro que imaginas lo que despierta esa referencia a los tacones. Sobretodo cuando pienso y recuerdo esos tan finos que luces y usas con maestría.
    Un beso caribiense.
    C

    Me gusta

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