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Descalza por las nubes.

Mi chico de fuera ha vuelto este fin de semana, y como hacia un tiempo que mi saliva no traspasaba sus fronteras ha venido con sed.

-Quiero sentirme más tuyo que nunca- me dijo por mail.

Para que cuando vuelva a coger el próximo vuelo y la distancia nos aleje, te siga sintiendo.-

 Y me quedé pensando sobre que nueva experiencia podríamos vivir juntos que se ajustase a esto.

Y lo tuve claro enseguida. El tiene un poco de pudor público que poco a poco va venciendo, le cuesta pero quiere superarse, así que el juego tendría doble objetivo.

Le esperé con ganas, se puso la camiseta que tenia preparada para él y salimos al mundo.

-Me siento muy seguro junto a ti -me dijo, y le besé.

Cogimos un taxi y rápidamente llegamos al sex shop elegido.

Se ruborizó, me miró. Le cogí de la mano.

-Has de elegir un juguete que después te acompañará a tu país y ese será nuestro símbolo- le dije .

-A continuación empezarás a hacer preguntas al dependiente sobre su uso, aclarándole que sobre todo tiene que gustarme a mí.- añadí.

Me miró con cierta suplica, respiro y afirmó con su mirada.

Comenzamos a curiosear por la tienda, nos movíamos con sigilo, con expectación, le observé y comprobé como fue directo a una vitrina con juguetes que parecían joyas por la sofisticación de su diseño.

Y con la precisión de lo indiscutible señaló una belleza de color blanco.

Este – me dijo con rostro de interrogación.

-Me parece perfecto para ti – le contesté.

Le guiñe un ojo y entendió que ahora tocaba el turno de ruegos y preguntas ante el dependiente.

Cogí su mano , la situé justo entre mi falda y mi sonrisa. Respiró y pude comprobar como la seguridad le invadía, lentamente.

 

Compramos un cinturón de castidad, para él, de silicona, de tal modo que podría viajar con él puesto, incluso pasar por la aduana sin miedo a dejar evidenciado nuestro símbolo.

 

Salimos de la tienda, olía a aire fresco y a aceras adheridas a los talones. Fumó un cigarrillo, sonrió.

Me dio las gracias.

Mordí su sonrisa.

El tiempo restante, ya en la habitación voló entre los dedos y más allá del ombligo, arrugando las paredes entre gemidos  . Dejando sabanas en el suelo y el placer derramado en cada rincón .

Y llegó el momento de colocarle el cinturón .

Mientras acariciaba el suave tacto de la silicona,s u sexo quería liberarse , cobrar vida bajo el juguete,lo humedecí, cerré con el candado de plástico y me quedé unos instantes disfrutando del momento.

Le di varias instrucciones y sobre todo le advertí que no se lo podría quitar hasta que volviéramos a vernos 1 semana después.

-Me aferraré a él como si fuera tu piel-me dijo.

Me lo tuve que comer a besos.

Húmedos.

Lentos

Profundos

Invasivos.

 

«La vida es un paraíso, pero no queremos saberlo» (Dostoievski)

 

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3 respuestas a “Descalza por las nubes.”

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