Amaneció lluvioso, con un graffiti en el suelo adornando Madrid:
«7 colores tiene tu voz cuando te quedas».
Quedé con él a las 11 en punto.
A menos 10 me escribió:
-Estoy a 2 cigarrillos de tu puerta-
Sonó el timbre y le abrí. Fue puntual. Imagino que el castigo por el retraso de la última vez sirvió para algo.
Pasó a la habitación. Le ofrecí un delicioso Moet & Chandon mientras yo me ausentaba un instante.
-Ve desnudándote- le indiqué.
Regresé sigilosa, sin que él pudiera percatarse. De fondo un blues de lo más sensual. Abrí suavemente la puerta, como queriendo robar un instante a su espera.
Le observé. Desnudo. De espaldas a la puerta. Con algo entre sus manos.
Dejé olvidado un tanga rojo sobre el chiffonnier y por lo visto él no tardó en descubrirlo.
Comenzó a olerlo, lo acariciaba con su rostro, cerraba los ojos mientras inspiraba, lo dirigía hacia su boca, abría los labios y acariciaba el suave tejido.
-¿Qué haces?- le pregunté.
Titubeó al verse sorprendido.
Me gustó que lo hiciera, pero debió pedirme permiso para ello.
Merecía un castigo.
Sutil.
Breve.
Intenso.
Aleccionador.
Me senté sobre la cama con mi mono de látex muy ajustado y negro, del mismo color que las sandalias de tacón, abiertas, dejando al descubierto unas uñas tan rojas como el carmín de mis labios.
-Ven aquí, túmbate sobre mis rodillas- le ordené con suavidad.
-¿Entiendes que mereces ser castigado por esto, verdad?-le pregunté.
Se situó sobre mis rodillas, desnudo, tímido, excitado.
Comencé a azotarle con la mano. Después con unos guantes, de látex también.
Acariciaba sus nalgas cada vez un poco más rojas, casi como mis labios . Le azotaba, paraba y cuando creía que su lección había acabado, volvía a retomar el castigo, demorándome en cada roce.
-Suficiente- le dije. Ahora sitúate de rodillas frente a mí.
Abrí ligeramente la cremallera del catsuit dejando entrever mi ropa interior.
Azul.
El observaba mis movimientos con impaciencia.- Acerca tu boca a mi tanga- le indiqué.
Y le dejé unos minutos así, llenándole de azul. Con su rostro entre mis piernas, sintiendo el roce de la piel en su rostro. Llenándose de mi aroma, y sin poder hacer nada más. Sé que deseó tocarme. Besarme. Acariciarme con su lengua.
Y…me hubiera gustado.
Pero un castigo es un castigo.
-Despiertas todos mis sentidos- me dijo en tono bajo.
-Levántate. Vamos a salir- le contesté mientras le besaba.
Y el castigo, tan pequeño como suave continuó…
Fuimos a una cafetería.
Mientras disfrutaba un delicioso cappuccino le indiqué que fuera al baño.
-Vigila tu móvil- le susurre, esta vez muy bajito, mientras mi mano acariciaba su entrepierna.
Le escribí un mensaje :
-Quítate la ropa interior y acaríciate lentamente.-
Pude imaginar sus dedos rozando su sexo. Cubriéndolo de saliva . Untándolo de más humedad, aún. Recreándose en el momento.
Desorientado, sin saber cuanto tiempo debía permanecer así.
Disfrutando de la duda. Excitado. Expectante.
Cuando se lo indiqué regresó a mi lado y tras unos minutos y varios besos con sabor a café volvió a recibir otra instrucción.
-Coge lo que voy a dejar sobre la mesa, y vuelve al baño .
Con un ligero movimiento de caderas me quité las medias que llevaba bajo el vestido.
Lo hizo.
-De rodillas en el suelo y con las medias en tu boca, vuelve a acariciarte y cuando no puedas más, dímelo.
La crema del cappuccino revoloteaba entre mis labios, me relamí.
-No podré aguantar mucho más- pude leer a modo de whatsapp.
-Deja de tocarte y regresa a la mesa ya- le escribí…
Puedo asegurar que fue uno de los cafés más excitantes que he podido disfrutar…
«Siempre acabamos llegando donde nos esperan» (Saramago)
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3 respuestas a “Lo que buscas te está buscando.”
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Ese catsuit habría que verlo puesto
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Waiting f u😉
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