Besatemonos.

Había una vez una cosita muy sexy cabalgando entre mis sueños.

La cosita sexy fue mutando y lentamente llegó  a convertirse en algo tan sexy como seductor y ya no solo cabalgaba de noche, lo hacía también bajo los rayos dorados de mis muslos abiertos.

Y siguió creciendo y ahora era sexy-seductor-valiente. Y así fue aumentando la necesidad de decir su nombre. Siguió evolucionando como solo pueden hacerlo los que miran hacia adelante y se tornó en sexy-seductor-valiente-intenso. Así, como solo pueden serlo las cositas sexys de por allí.

A veces me llamaba desde el coche, en cualquier carretera perdida y con cualquier excusa, para acabar diciéndome que tenía mis bragas entre sus manos y que si le daba permiso para tocarse. Y me lo decía con su sexy-ronca voz, como si nada.

Y como si todo, yo le daba permiso a condición de que lo hiciera desnudo, y entonces él se desnudaba y permanecía así en el coche, esperando mis instrucciones mientras fusionábamos su ansia y mi deleite.

Desde su sexy sinceridad como solo los valientes saben hacer, me decía que necesitaba subir un peldaño más, o varios a la vez, y a mí que me ponen las escaladas le contestaba que estuviese preparado para todo.

Y todo es todo.

Sin limites- me decía medio jadeante de placer y éxtasis futuro.

Haremos de todo, salvar al mundo lo primero como dijo aquel,

después, marcarte…

El alma, la sonrisa, la piel- le anticipé.

Eres de una dulzura dolorosa- añadía mientras acariciaba su sexy desnudez en mitad de la nada. Y tal vez bajo el reflejo de alguna excitada luna que moría de ganas por rozarle en alguna de sus múltiples vidas.
Tal vez…en esta.

Después…escarbar en su rima.

Y tocarle.

Morirle. Amarle. Follarle.

 

 

Copyright©2016-20L.S.

3 respuestas a “Besatemonos.”

  1. Adoro la ficción, como todo lo artificial es superior a la naturaleza previsible y aburrida. La imita y supera incluso en lo más ancestral y salvaje, sin rigores ni porqués. La condiciona de modo que su objetivo es no salvar al mundo. Así eres tú, ficción pura, un decorado de emociones imaginarias; belleza, placer, dolor, redención, salvación…. sin tacones de aguja, sin arnés, sin artilugios. Todo está en tu mente. Y en la mía. Por eso me encanta leerte, tocarte ya te toco a cada instante sin verte ni oírte, como si fueras la pelirroja que lee en el metro; porque es la única forma de marcarte la piel, la sonrisa, el alma… no estando más que en el decorado de mis sueños, que a veces y con fecha de caducidad, también es el decorado de tus sueños.

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