Carta 2, de Lara a Victor:
Mi desconocido Víctor:
“Me aposté en la esquina
para vigilar al mendigo.
Desenvolvió el chocolate
que era para ti.
Rompió la tableta
con los dedos
y empezó a saborearlo
mientras yo sentía el calor de tu boca
en mis muslos bañados.
Y el mendigo se desayunaba
con el chocolate
que compré
para ti”.
¿Conoces a Nahui Olin?. La descubrí este año, si mi intuición no me falla, seguro que te gustaría.
”Ella necesitaba crecer hasta las estrellas y despeñarse en un abismo o al revés, despeñarse hacia arriba y ascender a los infiernos”.
Como entiendo que amas la dominación casi tanto como yo, te confieso de igual a igual que me despiertas cierta curiosidad.
Y como además tengo vocación de interrogación, rueda de preguntas para que no decaiga la esencia:
¿Alguna vez tuviste una sumisa 24/7?
¿Alguna vez alguna sumisa resultó ser potencialmente todo lo contrario a la espera de una chispa que la hiciera despertar?
¿Te sueles enamorar de tus sumisas o alguna de ellas sospechas que lo hizo de ti?
¿Alguna vez tuviste un sumiso hombre?
¿Y si todas estas letras quedan solo en eso, en letras. Nada más y nada menos que esta simbiosis perfecta de consonantes y vocales sin ninguna pretensión …? Letras embriagadas de curiosidad que se introducen con el nervio de una guerra que ya terminó pero en la que aún resuenan los disparos. Y sus luces, y el ruido. Letras que escurren su asombro en un bolsillo roto y en el otro el eco del último gemido.
A presto.
L.S.
Copyright©2016-20L.S.
Una respuesta a “Vivir no es otra cosa más que arder en preguntas.”
Yo era el mendigo,
Quien acarició el chocolate como pan bendecido
Yo era el otro,
el de que se esconde tras su nombre
El de ojos encendidos,
Un Vallejo cruel y roto
Que ameneció, si no recuerdo mal,
“En un Paris con aguacero”
Yo era el mendigo,
Yo era el desayuno,
Yo era la última luna
Yo era la esquina
Yo era cada dedo,
Yo era el sabor
Yo no era yo,
Yo desnudo, sólo era yo,
cuando tu me vigilabas.
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