«Otra vez Eros que desata los miembros
me tortura
dulce y amargo
monstruo invencible.
(Safo)

Hacia tiempo que no le veía. Mi chico fetichista llegó apresurado y sonriente.
Confesiones iniciales.
Él se considera switch pero cada vez es más sumiso, aunque aún no lo sabe, cada vez un poquito más mio.
Sus ganas y las mías desde la última sesión habían aumentado así que…mi imaginación se disparó.
De aperitivo una buena dosis de sado «médical», para celebrar esto y aquello, bañado con una capa de fetichismo con sabor a latex y tacones de aguja.
Le siguió una dulce dilatación uretral. Pudo superar sus limites, yo ya sabía que lo haría, él no. Como plato principal, la suave tortura de un «teast and denial» detenido en el tiempo seguramente más de lo deseado por su parte. Y antes de que la explosión llegara le advertí que el final a veces se torna en una sinuosa continuación; así que mis dedos se deleitaron en un tórrido «post orgasm».
Las consabidas súplicas pidiendo una pausa, su confianza depositada en mis manos y mi satisfacción al conseguir mi propósito.
Sonreí.
Confesiones finales.
-¿Recuerdas la primera vez que tuve una sesión contigo?-
Claro- le contesté.
-¿No echaste en falta algo aquel día?-
En el mismo instante en el que visualicé aquellos momentos recordé el detalle, pero preferí que lo confesara.
No caigo- le respondí en tono convincente.
-Me llevé uno de tus tangas, el negro que tiene una abertura en la parte delantera.
Lo usaste para amordazarme, no sé si lo recordarás- me especificó.
Volví a sonreir esperando alguna explicación.
-Desde entonces lo guardo en un cajón, a veces lo miro, lo toco, lo huelo.-
-Apuesto a que tienes más fetiches sustraidos al tiempo-le comenté curiosa.
-Sí, guardo algún liguero de encaje y medias de mis sumisas.-
Y aunque me gustó imaginarle así, masturbándose en noches clandestinas y con lenceria robada…merecía un castigo.
Pero fue listo. Me lo dijo al terminar la sesión.
I hope you…
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